martes, 3 de febrero de 2009

¿Y si nos vamos al monte?

Corre, corre, huye. No mires atrás hasta que no hayamos llegado. ¡A la mierda! Total...no merecía la pena. Todos los días eran iguales...menos dos a la semana. Estaba todo tan lleno de gente.

Eran las 06:00 de la mañana. Nos levantamos sobresaltados por una pesadilla en común, así que cogimos lo necesario para vivir y salimos a la carrera. En un carrito tú pusiste tus libros y tus sopas de sobre. En otro carrito yo puse mis vinilos, la guitarra acústica (que pesa menos) y mi tortuga, que ya que me había costado 150 euros, al menos que volviese al campo.

No fue dificil decir adiós a todo. Creo que ni siquiera lo hicimos. De hecho la gente debe estar asustada en este momento. Pero qué más da si nos hemos salvado ¿No? ¡Qué hagan ellos lo mismo!
Mientras reflexionábamos en este punto al borde de un camino te pregunté qué tipo de nueva vida querrías... ¿Mantelitos de cuadros? ¿Un porche de madera y mecedoras? ¿Un lago al final del caminito? Coincidimos en todo...hasta en la sauna donde nos azotaríamos las espaldas con ramas de abedul. Aunque he de decirte que no sé si estoy muy convencido con la idea de tener un animal de cada especie en nuestra granjita. Eso nos dará mucho trabajo nena.

Y seguimos andando. Cogimos miles de carreteras secundarias, luego caminos terciarios. luego terraplenes y más tarde desfiladeros. Afilados como lápices staedtler. Cuando pensábamos que nunca encontraríamos el sitio vimos un grupito de pinos en forma de flecha, como hacen los ratones al moverse por una pantalla de ordenador. Allí estaba, la tierra prometida. Me sentía como un judio en la civilización moderna. Siempre huyendo. Ya está: llamaremos ÉXODO a nuestro terrenito. Tendremos 5 hijos. 3 chicas y dos chicos. Ya puestos a elegir...

Algún día todos huirán ansiosos por conocer la civilización. No volverán. Y no lloraremos. NO.

Home Sweet Home.

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